Volver a escribir, estar tranquila, viajes cortos. La ansiedad, otra vez.
No poder respirar tranquila, no querer hacer mucho ruido. Extraño a mi mamá, a mi familia. Sentir ganas de llorar y aguantarlas todo el tiempo.
Quiero ir a mi casa, o no. Quiero hacer de éste mi hogar. La ansiedad otra vez.
Respirar es difícil, hacer ruido, moverme, existir.
No quiero ser vista, no quiero ser escuchada, no quiero ser sentida. Quiero desaparecer y descansar y estar tranquila.
Ya no me calmo ni sola, ni acostada a oscuras, la ansiedad es constante, siempre: Todo. El. Tiempo.
Y tengo que estar atenta, y tengo que sufrirla, y tengo que y tengo que. Y si no, entonces no puedo vivir.
Quedo en la calle, pero no creo que terminaría con él, necesito aprender alemán, y llevo un año en lo mismo, más de un año.
Si lo deseo suficiente, volveré al pasado y haré todo bien?
No. Se. Puede.
Sólo puedo dejar de cometer los mismos errores ahora y en el futuro.
Y la ansiedad se fue un poco, pero volvió, tan pronto, y ya ni respiro, ni me muevo, ni existo. La ansiedad.
Y frente a mi se sienta otro ansioso, somos iguales y no podemos ser más vergonzosos, pero eso no está mal, ¿O sí?
Veo una reunión preciosa de amigas lejanas y siento amor, y se subió el chico de la flauta y me encanta, pero me pongo ansiosa y ya no disfruto nada, todo duele y cuesta y es difícil y ya no existo.
Y por un segundo se va todo en los ojos del chico de la flauta, pero sólo un segundo.
Y el ansioso sonríe a su teléfono igual que yo, y me pica la cabeza pero no me rasco porque si no me muevo, si no hago ruido, paso desapercibida y no existo más.
Quizás no sólo es un ansioso, o tal vez sí, pero me muero de ansiedad, y tengo miedo, y huele mal, ¿soy yo?
¿Es mi interior pudriéndose por no estar viviendo?
Y de pronto, tantos idiomas, tantos ruidos, tanta gente y por suerte aquí me bajo, este tren no es para mi.